Bajo la Constitución de 1791,
Francia funcionaría como una monarquía constitucional. El rey tenía que
compartir su poder con la Asamblea, pero todavía mantenía el poder de veto y la
potestad de elegir a sus ministros.
La Asamblea Legislativa se
reunió por primera vez el 1 de octubre de 1791. La componían 264 diputados
situados a la derecha: feuillants (dirigidos por Barnave, Duport y Lameth), y
girondinos, portavoces republicanos de la gran burguesía. En el centro
figuraban 345 diputados independientes, carentes de programa político definido.
A la izquierda 136 diputados inscritos en el club de los jacobinos o en el de
los cordeliers, que representaban al pueblo llano parisino a través de sus
periódicos L´Ami du Peuple y Le Père Duchesne, y con Marat y Hebert como
portavoces. Pese a su importancia social y el apoyo popular y de la pequeña
burguesía, en la Asamblea era escasa la influencia de la izquierda, pues la
Asamblea estaba dominada por las ideas políticas que representaban los
girondinos. Mientras los jacobinos tienen detrás a la gran masa de la pequeña
burguesía, los cordeliers cuentan con el apoyo del pueblo llano, a través de
las secciones parisienses.
Este gran número de diputados
se reunían en los clubes, germen de los partidos políticos. El más célebre de
entre éstos fue el partido de los jacobinos, dominado por Robespierre. A la
izquierda de este partido se encontraban los cordeleros, quienes defendían el
sufragio universal masculino (derecho de todos los hombres al voto a partir de
una determinada edad). Los cordeliers querían la eliminación de la monarquía e
instauración de la república. Estaban dirigidos por Jean-Paul Marat y Georges
Danton, representando siempre al pueblo más humilde. El grupo de ideas más
moderadas era el de los girondinos, que defendían el sufragio censitario y
propugnaban una monarquía constitucional descentralizada. También se
encontraban aquellos que formaban parte de «el Pantano», o «el Llano», como
eran llamados aquellos que no tenían un voto propio, y que se iban por las
proposiciones que más les convenían, ya vinieran de los jacobinos o de los
girondinos.
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