Mientras tanto, dos potencias absolutistas europeas,
Austria y Prusia, se dispusieron a invadir la Francia revolucionaria, lo que
hizo que el pueblo francés se convirtiera en un ejército nacional, dispuesto a
defender y a difundir el nuevo orden revolucionario por toda Europa. Durante la
guerra, la libertad de expresión permitió que el pueblo manifestase su
hostilidad hacia la reina María Antonieta (llamada «la Austriaca» por ser hija
de un emperador de aquel país y «Madame Déficit» por el gasto que había representado
al Estado, que no era mayor que la mayoría de los cortesanos) y contra Luis
XVI, que casi siempre se negaba a firmar leyes propuestas por la Asamblea
Legislativa.
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