La Asamblea Nacional
Constituyente no era sólo un órgano legislativo sino la encargada de redactar
una nueva Constitución. Algunos, como Necker, favorecían la creación de una
asamblea bicameral en donde el senado sería escogido por la Corona entre los
miembros propuestos por el pueblo. Los nobles, por su parte, favorecían un senado
compuesto por miembros de la nobleza elegidos por los propios nobles.
Prevaleció, sin embargo, la tesis liberal de que la Asamblea tendría una sola
cámara, quedando el rey sólo con el poder de veto, pudiendo posponer la
ejecución de una ley, pero no su total eliminación.
El movimiento de los
monárquicos para bloquear este sistema fue desmontado por el pueblo de París,
compuesto fundamentalmente por mujeres (llamadas despectivamente «Las Furias»),
que marcharon el 5 de octubre de 1789 sobre Versalles. Tras varios incidentes,
el rey y su familia se vieron obligados a abandonar Versalles y se trasladaron
al Palacio de las Tullerías en París.
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