El mismo día en el que se
reunía la Convención (20 de septiembre de 1792), todas las tropas francesas
(formadas por tenderos, artesanos y campesinos de toda Francia) derrotaron por
primera vez a un ejército prusiano en Valmy, lo cual señalaba el inicio de las
llamadas Guerras Revolucionarias Francesas.
Sin embargo, la situación
económica seguía empeorando, lo cual dio origen a revueltas de las clases más
pobres. Los llamados sans-culottes expresaban su descontento por el hecho de
que la Revolución francesa no sólo no estaba satisfaciendo los intereses de las
clases bajas sino que incluso algunas medidas liberales causaban un enorme
perjuicio a éstas (libertad de precios, libertad de contratación, Ley Le
Chapelier, etc.). Al mismo tiempo se comenzaron a gestar luchas
antirrevolucionarias en diversas regiones de Francia. En la Vandea, un
levantamiento popular fue especialmente significativo: campesinos y aldeanos se
alzaron por el rey y las tradiciones católicas, provocando la llamada Guerra de
Vandea, reprimida tan cruentamente por las autoridades revolucionarias
parisinas que se ha llegado a calificar de genocidio. Por otra parte, la guerra
exterior amenazaba con destruir la Revolución y la República. Todo ello motivó
la trama de un golpe de estado por parte de los jacobinos, quienes buscaron el
favor popular en contra de los girondinos. La alianza de los jacobinos con los
sans-culottes se convirtió de hecho en el centro del gobierno.
Los jacobinos llevarían en su
política algunas de las reivindicaciones de los sans-culottes y las clases
bajas, pero no todas sus reivindicaciones serían aceptadas, y jamás se
cuestionó la propiedad privada. Los jacobinos no pusieron nunca en duda el
orden liberal, pero sí llevaron a cabo una democratización del mismo, pese a la
represión que desataron contra los opositores políticos (tanto conservadores
como radicales).
Se redactó en 1793 una nueva
Declaración de los derechos del hombre y del ciudadano, y una nueva
constitución de tipo democrático que reconocía el sufragio universal. El Comité
de Salvación Pública cayó bajo el mando de Maximilien Robespierre y los
jacobinos desataron lo que se denominó el Reinado del Terror (1793-1794). No
menos de 10 000 personas fueron guillotinadas ante acusaciones de actividades contrarrevolucionarias.
La menor sospecha de dichas actividades podía hacer recaer sobre una persona
acusaciones que eventualmente la llevarían a la guillotina. El cálculo total de
víctimas varía, pero se cree que pudieron ser hasta 40 000 los que fueron víctimas
del Terror.
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