jueves, 18 de agosto de 2016

Indice

                                                       Índice
1.      Introducción. 3.
2.      Antecedentes. 4.
3.      Causas. 7.
4.      Estados Generales de 1789. 9.
5.      Asamblea Nacional 11.
6.      Asamblea Constituyente (1789-1791). 12.
6.1         Toma de Bastilla. 13.
6.2         El gran miedo y gran abolición del feudalismo. 15.
6.3         Pérdida de poder de la iglesia. 17.
6.4         Composición de la Asamblea. 17.
6.5         Camino a la Constitución. 18.
6.6         Desde la Fiesta de la Federación hasta la Fuga de Varennes. 18.
6.7         Últimos días de la Asamblea Constituyente. 22.
7.      La Asamblea Legislativa y la caída de la monarquía (1791-1792). 23.
7.1         Guerra de Austria y Prusia contra Francia. 24.
7.2         La “segunda Revolución”: Primera República francesa. 24.
8.      La Convención (1792-1795). 25.
8.1         Ejecución del Rey y Primera Coalición contra Francia. 25.
8.2         El reinado del Terror. 25.
9.      El Directorio (1795-1799). 27.
9.1         Napoleón y la toma del poder. 27.
10.         El Consulado (1799-1804). 27.
11.         La bandera francesa y los símbolos de la Revolución. 28.
12.         La Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano. 29.
13.         Consecuencias de la revolución francesa. 31.
14.         Conclusiones. 33.
15.         Referencias Bibliográfica. 34.


Antecedentes

Los escritores ilustrados del siglo XVIII, filósofos, politólogos, científicos y economistas, denominados comúnmente philosophes, y a partir de 1751 los enciclopedistas, contribuyeron a minar las bases del Derecho Divino de los reyes. La filosofía de la 'Ilustración' ha desempeñado pues un rol significativo en el giro que tomaron estos eventos históricos pero su influencia debe relatarse de modo más matizado: acordarle demasiada importancia a los preceptos filosóficos nacidos durante ese siglo se revelaría como una carencia mayúscula de fidelidad historiográfica.

La corriente de pensamiento vigente en Francia era la Ilustración, cuyos principios se basaban en la razón, la igualdad y la libertad. La Ilustración había servido de impulso a las Trece Colonias norteamericanas para la independencia de su metrópolis europea. Tanto la influencia de la Ilustración como el ejemplo de los Estados Unidos sirvieron de «trampolín» ideológico para el inicio de la revolución en Francia.

Más de un siglo antes de que Luis XVI ascendiera al trono (1774), el Estado francés había sufrido periódicas crisis económicas motivadas por las largas guerras emprendidas durante el reinado de Luis XIV, y la mala administración de los asuntos nacionales en el reinado de Luis XV, donde Francia participó en tres guerras. Tras la primera, la guerra de Sucesión polaca, Francia cedió Lorena al destronado soberano polaco Estanislao I. La segunda, la guerra de Sucesión austriaca, que marcó el inicio de un enfrentamiento colonial con Gran Bretaña, no fue decisiva. En la última, la guerra de los Siete Años, Francia, paralizada por la corrupción y la mala administración, perdió casi todas sus posesiones de ultramar (Canadá y la India) en favor de los británicos. La política exterior francesa de esta época fue caótica debido a la diplomacia secreta de Luis, ya que, a veces, sus agentes en otros países perseguían objetivos que contradecían los objetivos de sus propios ministros. 


La situación mejoró algo en la década de 1760, cuando un nuevo ministro, el duque de Choiseul, estableció un poco de orden en el gobierno y trató de reparar el daño causado por la guerra de los Siete Años, las cuantiosas pérdidas que acarreó la Guerra Francesa e India (1754-1763) y el aumento de la deuda generado por los préstamos a las colonias británicas de Norteamérica durante la guerra de la Independencia estadounidense (1775-1783). Los defensores de la aplicación de reformas fiscales, sociales y políticas comenzaron a reclamar con insistencia la satisfacción de sus reivindicaciones durante el reinado de Luis XVI. En agosto de 1774, el rey nombró controlador general de Finanzas a Anne Robert Jacques Turgot, un hombre de ideas liberales que instituyó una política rigurosa en lo referente a los gastos del Estado. No obstante, la mayor parte de su política restrictiva fue abandonada al cabo de dos años y Turgot se vio obligado a dimitir por las presiones de los sectores reaccionarios de la nobleza y el clero, apoyados por la reina, María Antonieta de Austria. Su sucesor, el financiero y político Jacques Necker tampoco consiguió realizar grandes cambios antes de abandonar su cargo en 1781, debido asimismo a la oposición de los grupos reaccionarios


Las delegaciones que representaban a los estamentos privilegiados de la sociedad francesa se enfrentaron inmediatamente a la cámara rechazando los nuevos métodos de votación presentados. El objetivo de tales propuestas era conseguir el voto por individuo y no por estamento, con lo que el tercer estado, que disponía del mayor número de representantes, podría controlar los Estados Generales. Las discusiones relativas al procedimiento se prolongaron durante seis semanas, hasta que el grupo dirigido por Emmanuel Joseph Sieyès y el conde de Mirabeau se constituyó en Asamblea Nacional el 17 de junio. Este abierto desafío al gobierno monárquico, que había apoyado al clero y la nobleza, fue seguido de la aprobación de una medida que otorgaba únicamente a la Asamblea Nacional el poder de legislar en materia fiscal. 






Introducción

La Revolución francesa fue un conflicto social y político, con diversos periodos de violencia, que convulsionó Francia y, por extensión de sus implicaciones, a otras numerosas naciones de Europa que enfrentaban a partidarios y opositores del sistema denominado del Antiguo Régimen. Se inició con la auto proclamación del Tercer Estado como Asamblea Nacional en 1789 y finalizó con el golpe de estado de Napoleón Bonaparte en 1799.
Toma de la Bastilla 
Si bien la organización política de Francia osciló entre república, imperio y monarquía constitucional durante 71 años después de que la Primera República cayera tras el golpe de Estado de Napoleón Bonaparte, lo cierto es que la revolución marcó el final definitivo del absolutismo y dio a luz a un nuevo régimen donde la burguesía, y en algunas ocasiones las masas populares, se convirtieron en la fuerza política dominante en el país. La revolución socavó las bases del sistema monárquico como tal, más allá de sus estertores, en la medida que le derrocó con un discurso capaz de volverlo ilegítimo.
El proceso revolucionario francés es, sin duda, el más importante dentro del agitado panorama político del siglo XVIII. Es, además, uno de los más polémicos. La historiografía se ha preocupado constantemente de él y son muchos los escritos y los libros que presentan la revolución francesa como una gran gesta o, por el contrario, un acontecimiento perjudicial y hasta innecesario para Francia y la cultura occidental.
Es difícil tratar de sacar a la luz los motivos que nos llevan a esta pasión por el tema. Muchos son los factores que se amontonan en torno a Francia y a la revolución, presentándola como un tema apasionante y tremendamente complejo.

En este trabajo trataremos de explicar y enumerar lo mejor posible las causas y los principales hechos de este proceso que es trascendental en la historia de la humanidad. Que cambió Francia, Europa, el Mundo y sus consecuencias que han tenido gran proyección hasta la actualidad.

Estados Generales de 1789

Los Estados Generales estaban formados por los representantes de cada estamento. Estos estaban separados a la hora de deliberar, y tenían sólo un voto por estamento. La convocatoria de 1789 fue un motivo de preocupación para la oposición, por cuanto existía la creencia de que no era otra cosa que un intento, por parte de la monarquía, de manipular la asamblea a su antojo. La cuestión que se planteaba era importante. Estaba en juego la idea de soberanía nacional, es decir, admitir que el conjunto de los diputados de los Estados Generales representaba la voluntad de la nación.

El rey Luis XVI y una parte de la nobleza no aceptaron la situación. Los miembros del Tercer Estamento se autoproclamaron Asamblea Nacional, y se comprometieron a escribir una Constitución. Sectores de la aristocracia confiaban en que estos Estados Generales pudieran servir para recuperar parte del poder perdido, pero el contexto social ya no era el mismo que en 1614. Ahora existía una élite burguesa que tenía una serie de reivindicaciones e intereses que chocaban frontalmente con los de la nobleza (y también con los del pueblo, cosa que se demostraría en los años siguientes).
                                           
Ni el clero ni la nobleza formaban bloques homogéneos, ya que también comportaban estratos de ingresos modestos, cuyos intereses y forma de vida se aproximaban a los del Tercer Estado. La nobleza contaba con un buen número de pequeños nobles campesinos (llamados hobereaux), que poco compartían con la gran nobleza próxima a la Corte. Y entre el clero, los simples curas (bas-clergé) se sentían más cercanos a las reivindicaciones de sus feligreses que de sus superiores eclesiásticos.

La nobleza y el clero reclamaban el voto por estamento, que les aseguraba la mayoría sin necesidad de lograr un consenso. El Tercer Estado pedía el voto por cabeza, que permitía más igualdad en la votación, y debates abiertos. Ante la negativa de los dos primeros estados y el consecuente bloqueo de toda votación, el Tercer Estado, aconsejado por el sacerdote Sieyès (diputado del Tercer Estado), invitó a los diputados de la nobleza y del clero a que se unieran a ellos. Dos nobles y 149 miembros del clero lo hicieron.

Se produjo por lo tanto una revolución de carácter jurídico: se desmantelaron los estamentos tradicionales del reino, los que fueron sustituidos por una asamblea única en representación de todo el pueblo. A propuesta de Sieyès, tomó el nombre de Asamblea Nacional el 17 de junio de 1789. Ante este acto revolucionario, el rey Luis XVI mandó cerrar la sala y prohibió su entrada a los representantes del Tercer Estado, en contra de la opinión de su ministro Necker.

La Asamblea Nacional encontró, gracias al doctor Guillotin, diputado del Tercer Estado, otro lugar de reunión, la Sala del Juego de Pelota de Versalles. Y el 20 de junio de 1789, los diputados juraron no separarse antes de haber dado una Constitución al país, lo que se conoce como Juramento del Juego de Pelota. El 23, el rey ordenó su disolución, y mandó llevar la orden al decano del Tercer Estado, Jean Sylvain Bailly, primer presidente de la asamblea. El diputado Mirabeau habría entonces pronunciado la célebre frase "Estamos aquí por la voluntad del pueblo y sólo saldremos por la fuerza de las bayonetas". El 27 de junio de ese mismo año, el rey cedió e invitó a la nobleza y al clero a que se unieran a la nueva asamblea. El 9 de julio de 1789, la asamblea adoptó el nombre de Asamblea Constituyente.

Esta revolución jurídica y pacífica acababa de poner fin a siglos de absolutismo monárquico, sustituyendo el sistema de gobierno por una monarquía parlamentaria.

El Directorio (1795-1799)

La Convención aprobó una nueva Constitución el 17 de agosto de 1795, ratificada el 26 de septiembre en un plebiscito. La nueva Constitución, llamada Constitución del Año III, confería el poder ejecutivo a un Directorio, formado por cinco miembros llamados directores. El poder legislativo sería ejercido por una asamblea bicameral, compuesta por el Consejo de Ancianos (250 miembros) y el Consejo de los Quinientos. Esta Constitución suprimió el sufragio universal masculino y restableció el sufragio censitario.



Napoleón y la toma del poder :


La nueva Constitución encontró la oposición de grupos monárquicos y jacobinos. Hubo diferentes revueltas que fueron reprimidas por el ejército, todo lo cual motivó que el general Napoleón Bonaparte, retornado de su campaña en Egipto, diera el 9 de noviembre de 1799 un golpe de estado (18 de Brumario) instalando el Consulado.

Asamblea Nacional

Cuando finalmente los Estados Generales de Francia se reunieron en Versalles el 5 de mayo de 1789 y se originaron las disputas respecto al tema de las votaciones, los miembros del Tercer Estado debieron verificar sus propias credenciales, comenzando a hacerlo el 28 de mayo y finalizando el 17 de junio, cuando los miembros del Tercer Estado se declararon como únicos integrantes de la Asamblea Nacional: ésta no representaría a las clases pudientes sino al pueblo en sí. La primera medida de la Asamblea fue votar la «Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano». Si bien invitaron a los miembros del Primer y Segundo Estado a participar en esta asamblea, dejaron en claro sus intenciones de proceder incluso sin esta participación.

La monarquía, opuesta a la Asamblea, cerró las salas donde ésta se estaba reuniendo. Los asambleístas se mudaron a un edificio cercano, donde la aristocracia acostumbraba a jugar el juego de la pelota, conocido como Jeu de Paume. Allí es donde procedieron con lo que se conoce como el “Juramento del Juego de la Pelota” el 20 de junio de 1789, prometiendo no separarse hasta tanto dieran a Francia una nueva constitución. La mayoría de los representantes del bajo clero se unieron a la Asamblea, al igual que 47 miembros de la nobleza. Ya el 27 de junio, los representantes de la monarquía se dieron por vencidos, y por esa fecha el Rey mandó reunir grandes contingentes de tropas militares que comenzaron a llegar a París y Versalles. Los mensajes de apoyo a la Asamblea llovieron desde París y otras ciudades. El 9 de julio la Asamblea se nombró a sí misma “Asamblea Nacional Constituyente”.

El 9 de julio de 1789, la Asamblea adoptó el nombre de Asamblea Nacional Constituyente. Esta se dirigió al Rey firmemente, pidiendo la retirada de las tropas11 (las cuales incluían también regimientos extranjeros). Luis XVI declaró que sólo a él correspondía juzgar la necesidad de la presencia de las tropas y que estas estaban presentes como medida de precaución. Luis ofreció trasladar la Asamblea a Noyon o Soissons, para poder así alejarla del favor parisino y tenerla más controlada.

Asamblea Constituyente (1789-1791)

La difícil situación económica de Francia, con una crisis financiera, falta de alimentos y un sistema impositivo principalmente sostenido por el Tercer Estado, llevaron a Luis XVI a intentar una reforma fiscal. Debido a la oposición de la nobleza a una reforma fiscal que acabase con los privilegios, el Rey convoca los Estados Generales de 1789, una Asamblea excepcional que reunía a miembros de los tres Estados (clero, nobleza y burguesía). El Tercer Estado, que contaba con el doble de representantes que los otros dos estados, descontento con el sistema de votación por estamentos, es decir, un voto por Estado, pedía una votación por personas para poder sacar adelante sus propuestas.
                          
De esta forma, el 12 de mayo invitaron a los otros estados a unirse a ellos en una sola cámara, propuesta que fue seguida por algunos miembros del Primer Estado. El 17 de junio esta cámara se autoproclama Asamblea Nacional, por 490 votos a favor y 90 votos en contra.


Los intentos del rey y del Segundo Estado para disolver la recién creada Asamblea Nacional, llevaron al primero a clausurar el 20 de junio la sala donde la Asamblea se reunía para sus deliberaciones. Los diputados entonces se reunieron en una pista del jeu de paume cercana, donde pronunciaron el Juramento del Juego de Pelota, prometiendo permanecer unidos hasta dar una constitución a Francia. El día 9 de julio, la Asamblea Nacional cambió su nombre definitivamente a Asamblea Nacional Constituyente.